jueves, 14 de agosto de 2008

4-2


Hoy no tengo nada que escribir, nada que decir. Tampoco es que me muera por vivir. Y en el fondo pienso que estos momentitos son eso nomás y los más lindos, con la ella y nadie más. Lo demás: lo demás. Este cuadro, cuyo título ignoro olímpicamente, se los recomiendo. Lovis Corinth, maestro.

martes, 5 de agosto de 2008

El juicio final

Texto e imagen: Diego Loayza


Una cordillera de miedo en la espina dorsal. Boca abierta y reseca. Salido de mi, de ti y del fin del mundo; apto y erudito acomplejado. Respiración incoherente, venas salidas. Un dos, un dos… Tu-pá, tu-pá, tu-pá.

La noche bien venida, las agallas de los astros enlatados… hormigas. Mi mano huele a dulzón humano, lengua larga y raya de mar. Los caníbales tienen a la mujer santa, estrella fugaz y frío perpetuo en la blandura de origen depilado. Antes todos éramos espiados por el esfínter del futuro y las risas de los familiares exitosos, secuelas de adolescencia intravenosa y unas carnes a la parrilla. Los caníbales tienen a la mujer satán. Era una tarde de srgchmich, srgchmichclá. Lo sabemos bien, los de costillar invertido y tabique renacentista en pro del deporte en altura. Los clavos en la entrepierna. ¡DIOOOOS! El perro ladrido y la brújula sodomita ya sabemos dónde. Ya no hay tiempo ya. La ciudad cuerda-de-bajo en el cachete. Ese no es amanecer. Esa de mano ensangrentada no es mi dentista.