Hoy no me importa nada, ni Dresden, ni Hiroshima, hoy no me importa que se acabe la capacitación ni la muerte, hoy sólo me importan las tetas. ¡Dios las tetas! Nada más. Hoy no me puede ir mal.
A veces pienso que la verdadera soledad es un mundo sin mujeres. Ojalá la muerte tenga algo de ellas.
Ni la octava de Mahler, ni las Meninas de Velásquez, nada de nada debe ser mejor que el perdón de una mujer hermosa y la sonrisa consiguiente. ¡Dios nos cuide!
Las mujeres, por razones lindantes a lo obvio y por antonomasia, son y serán la perdición de los carnudos como el que escribe.
¡Dios nos salve!
2 comentarios:
A todos mis lectores les pido encarecidamente disculpas debido a la ausencia. El problema es que nuestra dependencia es tal, que a veces nos olvidamos que es necesario que exista internet para tener un blog.
Buen regreso, compañero, y qué mejor vuelta que al amparo de unas "tetas" ;-)
Bella fotografía, ¿tuya, tal como indicas, verdad?
Un abrazo
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